La usura, ¿sigue siendo inmoral el préstamo con intereses?

Authors

  • Antonio Pancorbo de Rato Doctor en Economía, en la actualidad desempeña sus funciones en el Banco de España. Las opiniones que se expresan son exclusivamente las del autor.

DOI:

https://doi.org/10.52195/pm.v8i2.258

Abstract

La condena moral de la usura no ofrece muchos problemas. A nadie se le escapa que no es una práctica moralmente sana cobrar intereses absolutamente desproporcionados (de acuerdo con el riesgo que se asume y las condiciones de mercado), más cuando el deudor acepta el préstamo por encontrarse en una situación angustiosa, por ignorancia, inexperiencia o deficiencia mental. Sin embargo, ha sido doctrina explícita de la Iglesia Católica la condena no solo del cobro de intereses usurarios o leoninos, sino del cobro de cualquier interés en el dinero prestado. «Dinero no cría dinero», se decía, por lo que no habría banco ni prestamista que no practicara la usura.

La última condena explícita en un documento del Magisterio a la práctica del préstamo con interés se encuentra en la encíclica Vix pervenit (1745) que Benedicto XIV dirigió a los obispos italia-nos. En ella se declara pecado de usura el cobro de intereses en el contrato de mutuo. No hubo ninguna corrección posterior de esta doctrina. Todo lo contrario, el Santo Oficio la declaró en 1836 aplicable a toda la Iglesia (aunque esta declaración no le da a Vix pervenit carácter de doctrina infalible) ¿Sigue vigente, entonces, la doctrina «tradicional» sobre la usura? ¿Ha habido alguna recti-ficación oficial sobre esta doctrina, más allá del que «quien calla otorga»?

La usura y el interés conviven juntos en una cierta indefinición moral que puede que requiera una aclaración del Magisterio. O puede que no. Para algunos tal aclaración sería una exageración innecesaria. El cobro de intereses hoy es una práctica comercial común y perfectamente lícita. Además, dada la constante infla-ción y pérdida de poder adquisitivo que sufre el dinero fiduciario desde que su creación es responsabilidad exclusiva de los pode-res públicos, sería impensable el préstamo sin intereses. La Igle-sia no necesita aclarar lo que es evidente. Pero para otros el dine-ro sigue sin criar dinero. Siguen pesando las condenas de los papas y los concilios, y aunque hoy el Magisterio tolere el cobro de inte-reses por la dureza de nuestro corazón, en el principio las cosas no eran así. El tema claramente no está zanjado.

La usura es un tema moralmente apremiante y el Magisterio no permanece callado. El Catecismo (n. 2.269) nos recuerda que «los traficantes cuyas prácticas usurarias y mercantiles provocan el hambre y la muerte de sus hermanos los hombres, cometen in-directamente un homicidio. Este les es imputable». Juan Pablo II (audiencia general de 22 de noviembre de 2000) ya hizo llama-mientos a combatir el «preocupante fenómeno de la usura» y a ayudar a las víctimas de esta «plaga social en expansión», salir al paso de todos aquellos que se encuentran atrapados en esta red de injusticia y de graves sufrimientos. Alzó su voz para exigir «un generoso compromiso en el combate contra este despiadado abuso de la necesidad de los demás».

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2011-07-01

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La usura, ¿sigue siendo inmoral el préstamo con intereses?. (2011). REVISTA PROCESOS DE MERCADO, 8(2), 325-329. https://doi.org/10.52195/pm.v8i2.258