El mejor dinero posible: un comentario
DOI:
https://doi.org/10.52195/pm.v7i2.276Abstract
Sánchez Martínez, L.C. (2009) acierta en varios argumentos de su artículo sobre el mejor dinero posible. Estamos de acuerdo que el dinero debería ser el resultado del acuerdo voluntario de los individuos, no debería ser impuesto por los gobiernos y que los ciudadanos deberían poder elegir la moneda más eficaz.
El autor entiende por dinero fiduciario un dinero «sin respal-do en bien tangible alguno» (p. 173). No estamos de acuerdo, en primer lugar, cuando se refiere a la aparición del dinero, en con-creto el hecho de que el dinero fiduciario podría surgir sin la ayuda del estado porque sería más eficiente. En segundo lugar, tampoco estamos de acuerdo con que el «dinero fiduciario pueda existir sin ningún tipo de respaldo estatal y ser el mejor dinero posible.» (p. 174).
Para justificar nuestro desacuerdo vamos primero a analizar como surge el dinero en el mercado libre. Después discutiremos cómo surgió el dinero fiduciario, cómo compite con el dinero mer-cancía y discutiremos los ejemplos que el autor considera como pruebas de la aparición de un dinero fiduciario. Finalmente ha-blaremos sobre la banca con reserva fraccionario que para Sánchez Martínez no implica ningún problema económico ni jurídico.
En una economía de trueque existe el problema de la doble co-incidencia de necesidades. El señor A tiene que valorar más lo que tiene el señor B y de lo que él carece y viceversa. Suponga-mos que A quiere un queso y tiene zapatos. Encuentra al señor B que tiene un queso pero lo que quiere son huevos. No habrá intercambio directo. Así las posibilidades de intercambio en una economía de trueque son muy reducidas, lo que restringe la di-visión del trabajo y así la productividad y el nivel de vida. Los medios de intercambio aparecen en una economía de trueque cuando unos individuos se dan cuenta de que unas mercancías son más frecuentemente intercambiadas que otras. Se venden más fácilmente. Ciertos empresarios demandan estas mercancías, no para usarlas como bien de consumo o factor de producción, sino para intercambiarlas a cambio de lo que necesitan de veras; es decir, las usan como medio de intercambio. Supongamos que A se da cuenta de que unas piezas de metal (plata) se intercambian más frecuentemente que otras. De esta manera cuando A vende su producto, en nuestro caso zapatos, no demanda lo que nece-sita directamente, queso, sino que demanda lo que se intercam-bia más frecuentemente: piezas de plata. Compra plata y la usa como medio de intercambio para comprar lo que necesita. El medio de intercambio tiene entonces dos demandas solapadas. Por una parte para usarlo como bien de consumo o factor de producción (joyería) y por otra como medio de intercambio. En la medida en que el empresario tiene éxito con su estrategia del cambio indi-recto, se refuerza el proceso. El señor A puede repetir su acción y otros individuos le imitan. Entonces cada vez más personas usan el medio de intercambio hasta que uno de ellos se convierte en el medio de intercambio común y generalmente aceptado. Surge así el dinero en un proceso cumulativo (Menger, 1871, 1892).
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