El pensamiento económico en la antigua Grecia
DOI:
https://doi.org/10.52195/pm.v5i1.320Abstract
En la Grecia clásica se inicia la epopeya intelectual que construyó los cimientos de la civilización occidental. Sin embargo, desgra-ciadamente, los pensadores griegos fracasaron en su intento a la hora de comprender los principios esenciales del orden espon-táneo del mercado y del proceso dinámico de cooperación social que les rodeaba. Si bien hay que reconocer las grandes aporta-ciones realizadas por los griegos en el campo de la epistemolo-gía, la lógica, la ética e incluso de la concepción del derecho natural, fracasaron lamentablemente a la hora de entender que también debía desarrollarse una disciplina, la ciencia económi-ca, que estuviera dedicada a estudiar los procesos espontáneos de cooperación social que constituyen el mercado. Peor aún, con el surgimiento de los primeros intelectuales, aparece también la tradicional simbiosis y complicidad entre pensadores y gober-nantes. Ya desde un principio los intelectuales, en su gran mayo-ría, abrazan la bandera del estatismo, y sistemáticamente minus-valoran, e incluso critican y denigran la floreciente sociedad mercantil, comercial y artesanal que les rodeaba. Quizá hubie-ra sido mucho pedir que, con los mismos albores del conoci-miento filosófico y científico, los griegos entendieran también desde un principio al menos los rudimentos de una disciplina que, como la economía política, es la más joven de todas la cien-cias y tiene como misión el estudio de realidades tan abstractas y difíciles de comprender como la del orden espontáneo del mercado. Pero lo que sí llama la atención es cómo los griegos, al igual que los intelectuales de hoy, no pudieron evadirse de la arrogancia cientificista de creerse legitimados para imponer a sus conciudadanos sus particulares puntos de vista, proponiendo para ello la utilización de la coacción sistemática del gobierno. La historia se repite una y otra vez y es muy poco lo que, incluso hoy, hemos avanzado en este sentido.
El paralelismo se da también, no sólo en relación con las simpa-tías estatistas de los pensadores sino, además, respecto del contex-to de rivalidad entre dos concepciones radicalmente opuestas relativas al gobierno y a la libertad individual. En efecto, a lo largo de gran parte del siglo XX el mundo y la sociedad en general se han encontrado divididos: por un lado, la concepción liberal basada en el gobierno limitado, el respeto a la sociedad civil y la libertad y responsabilidad individual (representada, al menos en términos relativos, por la sociedad norteamericana); por otro lado, el socialismo imperante que pretende recurrir al estado para imponer por la fuerza a la sociedad civil las más variadas utopías (representado durante gran parte del siglo XX por la ya extinta Unión Soviética). También en la Grecia clásica cabe iden-tificar dos polos igualmente opuestos. Por un lado, la relativa-mente más liberal y democrática ciudad de Atenas, que es capaz de acoger una floreciente vida comercial y artesanal, en un orden espontáneo de cooperación social basado en el respeto e igual-dad ante la ley. Frente a Atenas, destaca la ciudad de Esparta, profundamente militarista, y en la cual la libertad individual es prácticamente inexistente, pues todos los recursos se consideran que han de estar subordinados al estado. Llama la atención cómo, de manera invariable, los más importantes y destacados pensa-dores y filósofos atenienses no cesaron de criticar, fustigar y minusvalorar el orden comercial que les rodeaba y gracias al cual vivían, aprovechando, por contra, cada oportunidad para ensal-zar el totalitarismo estatista que representaba Esparta. Parece como si los intelectuales de entonces, al igual que los de ahora, no pudieran sufrir el hecho de que, aun considerándose más sabios, no fueran capaces de cosechar en términos económicos los resultados de lo que ellos consideraban que era su propia valía, ni de resistirse a la tentación de imponer a sus conciudadanos sus particulares puntos de vista sobre lo que estaba bien o mal, pro-poniendo para ello en cada momento la utilización del poder co-activo del estado.