Ética, economía y prostitución

Authors

  • Francisco Capella Miembro del Instituto Juan de Mariana.

DOI:

https://doi.org/10.52195/pm.v3i2.343

Abstract

El ser humano es propietario pleno de sí mismo, de su mente y su cuerpo. Las personas pueden tener relaciones sexuales de cualquier tipo con quien libremente deseen si respetan la pro-piedad privada, si la relación es aceptada voluntariamente por las partes implicadas y nadie es agredido o estafado. Una per-sona puede proponer a otra las condiciones que desee para practicar el sexo, como por ejemplo una contraprestación eco-nómica. Es legítimo dar y recibir dinero a cambio de sexo, y sexo a cambio de dinero (o cualquier otro bien no monetario).

La legitimidad ética universal de la prostitución es dife-rente de su valoración moral para diferentes sensibilidades y culturas. Algunas religiones utilizan prostitutas sagradas en sus templos; algunas religiones defienden la castidad y la vir-tud, o consideran pecaminoso el sexo y repugnante la prosti-tución. Algunas personas pueden considerar a una prostituta como una fuente de placer y de conocimiento de técnicas sexua-les; algunas personas pueden considerar que el sexo sólo es aceptable dentro del matrimonio, o como expresión de afecto, y sentir asco y repulsa respecto a la prostitución. Ninguna per-cepción moral legitima la prohibición estatal de la prostitución.

Defender con argumentos la legalidad de la prostitución no implica ser intelectualmente malvado ni tener intereses inconfesables en el asunto. Los que promueven la prohibición de la prostitución no son moralmente superiores ni necesaria-mente bienintencionados.

La prostitución no es un delito por ninguna de las partes, prostituta (hombre o más frecuentemente mujer) o cliente (mujer o más habitualmente hombre). Si la relación entre prostituta y cliente es voluntaria, su prohibición perjudica a ambos ya que les impide una relación que ambos desean. La criminalización de la prostitución provoca su marginación, la clandestinidad, aumenta su precio, dificulta los controles de calidad (por ejem-plo sanitarios, facilitando la expansión de enfermedades de transmisión sexual), hace posibles abusos de los policías (algu-nos deben ser sobornados con dinero o sexo gratuito) y fomen-ta la existencia y el enriquecimiento de grupos criminales (acos-tumbrados a quebrantar la ley y a esclavizar personas) que la controlan en un mercado negro.

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2006-07-01

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Ética, economía y prostitución. (2006). REVISTA PROCESOS DE MERCADO, 3(2), 245-256. https://doi.org/10.52195/pm.v3i2.343